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14 de Junio de 1982, día de la máxima resistencia

  • Mar del Plata y el mundo
  • 15 jun 2019
  • 5 Min. de lectura

Los protagonistas de Malvinas, a pesar de lo trágico de su resultado final, constituyen tal vez la última cátedra de patriotismo masivo que hemos tenido en toda nuestra historia.

Monumento a Los héroes de Malvinas en Mar del Plata

En la Ciudad de Mar del Plata en este día tan importante y triste, se inauguro el monumento llamado "Los Héroes de Malvinas" en el Barrio de de Abril.

Asistieron autoridades municipales, instituciones militares y civiles, escuelas, familiares, y público en general, en un día frió y un poco lluvioso nadie dejo de asistir.


Una iniciativa de la Familia Moscheni, que desde el año pasado están armando todo lo que se presentó y apoyada por una gran organización, Perla Carlino, Miguel A. Peralta, entre otros que estuvieron aportando un poco de si.


Un poco de Historia


Apartándolo por completo de la siempre vertiginosa actualidad que consume buena parte de nuestro tiempo, lo invito, querido amigo lector, a realizar juntos un pequeño viaje para intentar rescatar algo positivo de una de las grandes tragedias argentinas. Pequeñas y grandes muestras de valor que exceden lo estrictamente militar, ya que en buena parte fueron llevadas adelante por jóvenes que no abrazaron la carrera de las armas más allá de lo que disponía como obligación la ley del servicio militar.

Hoy me permito llevarlos atrás en el almanaque, transportarlo por un instante a aquel 14 de junio de 1982, por la sencilla razón de que creo que es el último día de nuestra bicentenaria historia en la que un grupo de argentinos entregó todo, en algunos casos hasta la vida, a cambio de nada y con la única convicción de estar defendiendo a la patria. (Esto fue escrito a los 35 años de Malvinas)


Recordamos este día, aquellos que lo recordamos, como el día de la máxima resistencia, en honor al esfuerzo y el tesón con que los últimos combatientes enfrentaron a un enemigo dispuesto a terminar de una vez por todas con los focos de resistencia que retrasaban el inevitable ingreso de la tropas inglesas a Puerto Argentino.


La batalla de Puerto Argentino había iniciado durante la noche del 11 de junio. El objetivo primario del enemigo era tomar el control de puntos elevados para asegurar una ventaja importante. Monte Kent, Monte Harriet, Monte Longdon, Dos Hermanas y Tumbledown, para posteriormente avanzar sobre Puerto Argentino. El último bastión de las fuerzas argentinas.


Los informes de inteligencia del alto mando inglés daban por seguro un profundo desgaste de las tropas argentinas, especulaban con la idea de la escasez de víveres y la desnutrición general de los jóvenes soldados "archies". Los mencionados informes nada previeron acerca de las casi veinte misiones aéreas que nuestra Fuerza Aérea realizó el 13 de junio, una de ellas sobre la cabeza misma del temible Jeremy Moore, en el justo momento en que planeaba el ataque final sobre Puerto Argentino. Años después, él reconocería: "Nos salvamos de milagro".


La etapa final de la guerra, no obstante, no sería ni naval ni aérea, la suerte se definiría en el terreno, cara a cara y cuerpo a cuerpo, sin lugar a dudas la forma más tradicional y cruel de la guerra, ver de cerca, a los ojos, a quien va a morir o a matar a su oponente.


Regimientos de Infantería del Ejército y batallones de infantes de Marina fueron los protagonistas máximos de aquellas últimas horas de la guerra. Aún hoy se rebelan mansamente contra la orden de alto el fuego que recibieron y la que en algunos casos desobedecieron durante algunas horas más allá del cese de fuego formal.


Para quien no ha integrado nunca una fuerza militar, algunas cosas pueden sonar incompresibles pero entre las gestiones de última hora para finalizar las hostilidades los ingleses pidieron al jefe de la Fuerza Aérea que diera su palabra de honor de que no habría ataques aéreos luego del fin de las hostilidades. Esto fue así porque los aviones de combate despegaban desde el continente, estaban por ello fuera del efectivo control militar inglés.


La jornada de aquel 14 de junio fue extraordinariamente intensa. En plena madrugada el fuego inglés se hizo sentir con fuerza poniendo a prueba la resistencia de las fuerzas de infantería apostadas en los distintos puntos del terreno. Roberto Leyes, Eleodoro Monzón y Sergio Robledo seguramente serán para usted tres ilustres desconocidos. Sepa pues que esos nombres corresponden a los tres últimos muertos en combate. Tres infantes marina clase 1962 que defendieron su posición a pesar de que, de hecho, hacía dos horas que regía un alto el fuego.


Es más que claro que no he de transformar la columna de hoy en una lección de historia militar, tiene a su alcance material de sobra si le quiere dedicar un momento de este 14 de junio a repasar aquella jornada. Sólo aspiro a que al leerla se acuerde que allá, no tan lejos y no hace tanto tiempo, un grupo de argentinos defendió a sangre y fuego un ideal, un territorio, una bandera.


No entremos en la discusión sobre la locura de haber ido a una guerra, sobre los motivos que tuvo el gobierno militar para lanzarse a tremenda aventura o alguna de las muchas controversias que ha generado la guerra de Malvinas. Lo que sí podemos hacer al mismo tiempo que rendimos un pequeño homenaje a aquellos que protagonizaron la guerra sin haberla decidido es reflexionar sobre qué otros gestos sublimes de entrega máxima hemos ido encontrando de Malvinas hacia el presente.


Busque en su entorno, en su campo de acción, en su área de influencia. Seguramente los hay. El policía honesto que día a día se juega la vida por el bien de los demás, el bombero, el médico, el maestro rural y quien sabe cuántos más. Ahora, claro, deberíamos tender a que la entrega fuera la regla y no la excepción. Ciertamente no hablo de dar la vida, sino simplemente lo mejor de cada uno en nuestra tarea cotidiana.


Los protagonistas de Malvinas, a pesar de lo trágico de su resultado final, constituyen tal vez la última cátedra de patriotismo masivo que hemos tenido en toda nuestra historia. Un tiempo y espacio en el que no hubo lugar para internas políticas, sindicales, sectoriales o de cualquier otro tipo. Un tiempo y un espacio donde lo perentorio y acuciante de la situación hizo que fuéramos un equipo. La última vez que lo fuimos sin lugar a dudas.


Por ello y sólo si está de acuerdo, lo invito cordialmente a tener hoy un minuto de recuerdo para aquellos 649 compatriotas caídos y para algunos miles de ciudadanos que hoy caminan por las calles junto a usted aunque no lo note.

Fernando Morales

Fuente: Infobae

Escrito por Fernando Morales, Capitán de Fragata (RN), maquinista naval superior (veterano de guerra de Malvinas), licenciado en Administración Naviera, perito naval, diplomado como oficial del Estado Mayor Especial y vicepresidente de la Liga Naval Argentina.



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